jueves, 15 de noviembre de 2012

Chenóbil

UN PARAÍSO PARA LA VIDA SALVAJE

El 26 de abril de 1986, el reactor número 4 de la central nuclear de Chernóbil en Ucrania explotó. Liberó una cantidad de radiactividad doscientas veces mayor que la que desprendieron la bombas atómicas que Estados Unidos lanzó en 1945 sobre Hiroshima y Nagasaki. Tras la trágica explosión, las autoridades, por recomendación de los expertos, limitaron el acceso en un radio de 30 kilómetros en torno al foco del desastre. La Organización Mundial de la Salud señala que hasta 41000 casos de cáncer en humanos están vinculados al accidente ya que la explosión de la radiación provoca alteraciones del material genético.
Lo que aún es un área restringida para los humanos más de viente años después, se ha convertido en un paraíso para la vida salvaje. Al principio los animales no lograban sobrevivir a la zona, pero los niveles de radiación y ahora la fauna y la flora es exuberante. La razón de esta abundancia no es que el ambiente ya no sea peligroso para la salud, sino la ausencia de humanos que opriman el medioambiente.
Los pocos que a pesar de las advertencias continúan viviendo allí cuantan que hay caballos salvajes, multitud de aves e incluso linces y que los muciélagos cuelgan con tranquilidad de las vigas de la casas abandonadas.
Abajo nos encontramos con una de las muchas casas abandonadas por la gran tragedia sucedida.

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